Una fecha y un lugar en una carta

Nadya se encontraba bastante nerviosa. Si se tratase de otra persona, se habría mordisqueado todas las uñas, pero ella siempre las llevaba muy bonitas y bien cuidadas, así que eso ni siquiera llegaba a ser una opción.
Estuvo un rato sentada en un banco junto al característico estanque del parque. Al rato se levantó cambiando el peso del cuerpo de un pie al otro continuamente. Se volvió a sentar moviendo nerviosamente el pie derecho. Se volvió a levantar y empezó a dar pasos a un lado y al otro. Miró varias veces la última carta que se habían mandado, para asegurarse de que estaba en el lugar correcto y la hora correctas. Incluso había llegado antes de tiempo.

Había quedado allí con Miki. Por fin había quedado con Miki. Habían sido amigas por correspondencia desde hacía dos años, y por fin podía haber ahorrado suficiente como para hacer un viaje a Avisnia para conocerse en persona. Estaba muy emocionada, y sabía que Miki también lo estaría. Volvió a mirar las indicaciones de la carta.

Todo empezó como una correspondencia por negocios, pues a Nadya le interesaba su peculiar estilo de moda: tradicional y colorido, al estilo de Avisnia, pero a la vez pomposo, como a ella le gustaba. Seguro que ninguna de las dos se imaginó que aquello terminase en una fantástica amistad. Habían cogido mucha confianza, y podía decir sin lugar a dudas, que Miki podía considerarse una de sus mejores amigas, si no la mejor directamente. Tenían muchísimas cosas en común.

-Vamooos… Aparece ya, Miki, no seas tan tardona… -murmuraba mientras miraba hacia todas las direcciones por las que la susodicha podía aparecer. Además, como nunca se habían visto, sólo sabía que las dos llevarían una bufanda rosa al cuello para diferenciarse. Si bien era fácil diferenciar a Nadya, siendo una nágoon entre tantos neveeos, pero quedaron así por si acaso en aquel día había una concentración sorpresa de nágoones en el lugar. O un viaje de viejos nágoon jubilados. O una excursión de jóvenes exploradores nágoones.

-¿¡M-Miki!? –dijo Nadya abriendo los ojos como platos. Miki era una chica menuda y vestida de un modo adorable. Si no fuese por los rasgos, y el corte tradicional de la ropa, podría ser una noble de Metnúm.

Al principio quedaron las dos un poco sorprendidas, observándose la una a la otra en silencio. Medían exactamente lo mismo, pero Nadya era más delgaducha. El cabello de Miki le pareció adorable y perfecto, parecía una muñeca hecha especialmente para ella. Seguro que incluso podían compartir algunas ropas.

En un par de segundos, después de hacer la evaluación inicial, el nerviosismo comenzó a disiparse. Ambas sonreían como tontas, y empezaron las risitas por lo bajo, hasta que al final, Nadya abrazó efusivamente a Miki, riendo de alegría.

-¡Miki, eres más mona de lo que me imaginaba! –dijo soltándola y cogiéndola de las manos, dando pequeños saltitos nerviosos- ¡Y estás guapísima! Nunca pensé que parecieses una muñequita de verdad, ¡podría hacerte réplicas y venderlas a buen precio! ¿Este es uno de los vestidos que tú haces, verdad? ¡Me encantaría tener uno así! Tienes tanto talento… Sin duda tengo que llevarme unos cuantos para venderlos en Vatralon, ¡pero antes tenemos que hacer mil cosas juntas! ¿Verdad?