El reencuentro de la dama y el joven [Sumire93]

El sol en pleno cielo bañaba las calles de Vanya que, para no perder la costumbre, estaban llenas de gente. Esta vez habían llegado mercaderes de Graent. Las calles estaban inundadas de exóticos olores; la gran mayoría de mercaderes traían extrañas especias, frutos desconocidos, infusiones de mil tipos de flores, medicamentos hechos con hiervas que olían y sabían a mil rayos,... Tampoco podían faltar preciosos tapices de colores y bellos adornos hechos con madera. Maren se quedó mirando una figurilla de madera, se trataba de un feroz animal que él nunca había visto (y esperaba no encontrárselo nunca). Le fascinaba como trabajaban aquellas personas, nunca había ido a Graent, pero solo de ver lo que eran capaces de hacer le entraban ganas de ir aunque fuese a pie. Vanya parecía la ciudad que nunca dormía, siempre recibía visitantes y mercaderes de casi todo el continente, eso hacía que la ciudad siempre estuviera viva.

Maren se paró en un puesto para ver los tapices y se dio cuenta de que las dos chicas de unos 16 o 17 años que se encargaban de la tienda, junto a la que parecía su madre, le miraban entre risitas nerviosas. Maren no las iba a privar de su inocente tonteo así que se apartó un poco el pelo, las miró y enseñó su espendida sonrisa. Las chicas se pusieron muy coloradas y sin dejar de reirse empezaron a disimular ordenando unos tapices pequeños.
En realidad Maren no iba a comprar nada en aquellos puestos, él se dirigía a la librería. Tenía ganas de leer algún libro bélico y quería buscar alguno que no hubiese leído.

De repente, entre la multitud, oyó una voz que recordaba. Se dio la vuelta para comprobar de quien se trataba, pero entre la muchedumbre no logró localizar a la dueña de aquella voz que se le grabó con fuego desde que estuvo la última vez en Myrdhin.
"¿Te has vuelto loco Maren?" dijo una voz en su interior "Ella era una militar de Myrdhin, no se le ha perdido nada aquí."

Si estaba en Vanya era por algo importante.

Su padre se encontraba levemente enfermo, más su madre había exagerado la nota, pegandole un susto a Ninive. Esta se había asegurado de pedir un permiso de dos semanas para estar al lado de su padre. Más aquello le chirriaba ya que era mostrar sus sentimientos y no quería parecer débil por nada del mundo.

Y su hastío llego a un nivel palpable cuando descubrió que tampoco era para tanto. El padre de Ninive era un hombre fuerte, robusto, de aquellos que, pese la edad se mantenían en forma y solo se trataba de un leve resfriado.

Pero el daño ya estaba hecho y habría sido un desperdicio volver de viaje, ya que la militar se encontraba bastante cansada y su madre muy entusiasmada con el regreso de su hija menor. La madre de Ninive era todo lo opuesto a ella. De cabellos rubios -aunque ahora más claros por el paso de la edad-un rostro afable, cariñoso y una bondad ilimitada. Cualquiera que lo viese no podría creer que de mujer tan agradable hubiese salido una arpia de aquellas características. Lo cierto es que todos los hijos del matrimonio habían salido al padre, más lo de Ninive era un misterio.

Al final la madre había conseguido arrastrar a su hija al mercadillo de la plaza. Ninive aun seguía con su atuendo militar, asustando a cualquiera que se le pusiese delante. No entendía como alguien de su novel podía estar aquí.

-Madre, esto es absurdo-bramó la mujer mirando asqueada el lugar.

-Mi querida hija-le interrumpió suavemente la mujer-recuerda que nuestros orígenes fueron muy humildes.

Ninive resoplo.Ciertamente todo aquello era muy bonito, pero estaba bastante molesta y el arte no era lo suyo. Haciendo un barrido a toda la plaza pudo encontrarse con unos ojos azules que le hicieron titubear ¿que hacia alli? La mujer endureció la mirada y se puso firme, esperando a que este no se acercara.

Maren empezó a caminar de nuevo entre la multitud, observando a su al rededor, estaba casi seguro de que se trataba de la voz de ella. Entonces unos gritos y risas de un grupo de niños jugando a la pelota le sacó de sus pensamientos. Uno de ellos chutó fuertemente el balón, sobrevolando las cabezas de los viandantes y terminando su trayectoria sobre la cabeza de una mujer de cabellos celestes. Los niños fueron corriendo en busca de su balón. Maren les siguió, su instinto de justiciero le decía que si esos chicos se metían en líos el debía darles una pequeña charla. Maren siempre había sido así, siempre se preocupaba por los demás aunque nunca le gustaba demostrarlo, tal vez hubiera sido un gran militar, eso decía siempre su padre.

Los niños corrían muy rápido y sorteaban muy bien al gentío. Maren se quedó un poco rezagado pero cuando llegó al lugar donde había acabado el balón sus ojos no podían abrirse más. Justo en frente estaba Ninive. No supo encajar el sentimiento que le invadió, no sabía si alegrarse o temer por la vida de los que le rodeaban ya que, por la cara de Ninive, sabía que ella era la que había recibido el balonazo. Ese pensamiento pasó fugaz por su mente y soltó una pequeña sonrisa divertido.
-Ninive.

-¡Mi niña!-Exclamo la elegante dama al ver que su hija habia recibido un balonazo en toda la cara.

Por parte de Ninive, su expresión era de extrema perplejidad. Solo deseaba desmayarse, no por haber recibido el balonazo, si no por la vergüenza que estaba sintiendo hacer su madre. Se froto la cara con impasibilidad y busco con ojos acusadores a los culpables, unos sucios mocosos que iban tocando las narices con el dichoso juego de la pelota....En esos momentos deseaba cogerlos y, de uno en uno azotarles el trasero hasta deshacerselo. odiaba a los niños.

Pero nada más fijar su vista apareció él, el orfebre que se encontró en Myrdhin, él tenia la culpa, se había distraído mirandolo desde la lejania y no había advertido el maldito balón...pero ¿por qué?

-Maren-respondio esta de manera desagradable.

Mientras su madre observaba curiosa.

-¿Conoces a este muchacho?

Y la mltitud, expectante, esperaba alguna reacción.

Maren hizo una leve inclinación de cabeza como saludo, por el parecido físico entre Ninive y la mujer que la acompañaba supuso que eran familiares. Se puso de cunclillas para estar a la altura de los niños pequeños que miraban de reojo y con miedo a la bella Ninive.
-A ver chicos, sabeis que os habeis metido en un lio ¿verdad? - le sonrió Maren.
- ¡Ha sido su culpa! - uno de los niños señaló a otro, entonces los niños empezaron de nuevo a gritar discutiendo entre ellos.
-¡EH! - gritó Maren y todos los niños se callaron.- Así me gusta, teneis que aprender a oir a vuestros mayores. - tomó la pelota con las manos - La culpa es de todos vosotros, esta calle es muy grande para jugar pero hoy, como veis, hay mucha gente y podeis hacerle daño a alguien ¿A caso os gustaría que cuando fuerais mayores os dieran con una pelota en la cabeza?
-No... - respondieron los niños.
-Pues muy bien, ya sabeis que hacer, habeis lastimado a alguien así que os toca pedir disculpas. - Maren levantó la mirada para encontrarse con la de Ninive.
-Lo sentimos mucho. - dijeron los niños a coro.
- Muy bien, ¡sois geniales chicos! - dijo Maren mientras le revolvía el pelo a uno de los niños.- Ahora acercaos, os voy a decir otra cosa para que le digais a estas hermosas mujeres.
Maren y los niños formaron un corro donde Maren empezó a cuchichear, cuando estos terminaron los niños dijeron a la vez:
-Maren el guapo pagará por nuestro error invitandolas a tomar algo esta tarde.
Entonces los niños rieron, tomaron el balón de las manos de Maren y salieron corriendo a traves de la gente. Maren se levantó y dijo:
-Es un verdadero placer volver a verte Ninive. - entonces su mirada se desvió hacia la mujer que la acompañaba, parecía mayor pero su cara irradiaba felicidad. Debía de ser su madre. - Y esta bella mujer que te acompaña es tu hermana mayor, supongo.- dijo mientras mostraba su mejor sonrisa. Se equivocó a propósito, sabía que a las mujeres mayores les encantaba que les quitaran años.


[OFF]: ¡Perdón! He tenido un par de parciales D:

Las reacciones de las mujeres ante la escena eran totalmente diferentes.
Mientras Ninive observaba con desdén a los niños y por supuesto a Maren, esperando a que hiciese una de las suyas, en cambio, su madre los observaba con apacible amabilidad, transmitía paz y estaba encantada con el desarrollo de los acontecimientos, incluso aplaudió suavemente cuando los niños les pidieron perdón en coro.

Sin duda, las dos eran personas muy diferentes.

Y este hizo de las suyas, si, los niños les trasladaron un mensaje, quería invitarlas a tomar algo, las expresiones en las dos mujeres no se hicieron de rogar, Ninive resoplo suavemente, mientras la madre, levemente halagada por el comentario -era una señora, y no podía dejar desbordar sus emociones como una quinceañera- sonrió al rubio.

-Pero que muchacho tan agradable-suspiro la dama-¿Lo conoces Ninive?-los miro de manera intermitente bastante interesada-¡No me habías dicho nada!

Ninive miro duramente a su madre. La quería, si, aunque resultase incomprensible, podía sentir afecto por las personas, más se trataba de respeto que otra cosa, ya que era la mujer que le había parido y le había dado una educación. Su mirada podía decir claramente que no pensaba desvelarle nada de su vida privada, pero en vez de ladrarle opto por contestar de manera suave y respetuosa.

-Si, pero en un mercadillo allá en Myrdhin-alzo la mano, donde portaba el anillo azul-le compre esto....

La madre de Ninive abrió los ojos sorprendida y sonrió a Maren.

-Haces un trabajo estupendo...¿Maren?-ladeo suavemente la cabeza-Yo me llamo Sylvia-le ofreció la mano a modo de presentación, siguiendo la exquisita etiqueta-estaré encantada de aceptar la invitación, y mi hija también.

Ninive permaneció inmutable, sin rechistar....

P.D: No te preocupes nena, estamos igual xDDD

Maren siguió el protocolo de educación que le habían enseñado sus padres y saludó a Sylvia tomando su mano con delicadeza:
- En efecto señora, me llamo Maren y soy orfebre, mucho gusto en conocerla, ya se a quien a salido Ninive tan bella.
A Maren le parecía mentira la diferencia abismal que había entre madre e hija. Sylvia transmitía dulzura y tranquilidad, era la madre que todo el mundo desearía; en cambio Ninive era fría y transmitía mas miedo que respeto con esa mirada. Y pese a eso Maren sabía, o creía saber, que Ninive tenía sentimientos positivos y alegres bajo esa fina piel blanca que parecía un manto de nieve.
Vio que Ninive no hizo nada por acercarse y saludar, así que se aproximó a ella y dijo:
-Me alegro mucho de verte Ninive, aunque creo que tu no te alegras tanto de verme a mi. -mostró su sonrisa picaresca.- Conozco una pequeña cafetería muy tranquila a dos calles de aquí, hacen un café delicioso.- entonces se volvió y miró a Sylvia y le ofreció su brazo para que se agarrara.- ¿Me permite? - dijo sonriendo dulcemente.

[OFF]: No se si cuando se ofrece el brazo se dice eso XDDDDD Ah! Y me he mirado un libro de buenas maneras de como se saluda de forma cortes y tal... según el libro cuando una señora ofrece la mano es para que no se la besen, no lo entiendo XDDD

OFF: No te preocupes por libros...yo no he leido nada y no tengo mucha idea...la cosa es divertirse aunque nos vayamos un poco del patrón ^^

Sylvia observo con interés al rubio, sin duda veía en él una buena posibilidad para Ninive, lo unico que ponia de pega era su posición económica que parecía ser modesta, no obstante se había ganado su gracia. La mujer con el gesto elegante que caracterizaba se agarro al brazo del rubio.

Ninive solo esperaba que Mareen no se beneficiara de las ventajas que disfruto en el primer encuentro, se hallaba bastante irritada por toda su situación. El pelotazo le habia sabido a mil demonios, el estar en la misma Vanya que tantos recuerdos amargos le traia y la idea de que su madre estuviese especulando nuevamente con el tema del matrimonio.

¿Acaso no se habia dado cuenta de que aquello no entraba en sus planes? Ninive ya tenia una vida construida y no le importaba cada vez sobrepasar más la edad de "caducidad".

-¿A que lugar nos vas a llevar?-Pregunto esta de manera soberbia mientras continuaba mirando al frente.

- Os voy a llevar a un cafetería situada en la plaza central de Vanya, una que está decorada con flores. Sylvia, seguramente la conozca si vive aquí.

Su idea de ir a la librería ya se había esfumado, en ese momento solo pensaba en sus dos acompañantes. La situación le parecía divertida, parecía un esposo que llevaba a su dulce suegra del brazo. Se rió por dentro. El nunca llegó a eso con su primer y ,el que creía, único amor; aunque estuvieron juntos durante 5 largos años.

Atravesaron la calle llena de puesto y llegaron a la gran plaza de Vanya, como siempre repleta de gente. Señalo con el dedo hacia una pequeña cafetería, tenía unas cristaleras preciosas.

- Ese es el sitio, espero que os guste. - dijo con una sonrisa.

OFF: Perdón por tardar, estoy todo el día en la playa y llego a casa tardísismo (T.T)