Hubris Windriel

Nombre: Hubris Windriel

Edad: 48 años

Sexo: Mujer/Hembra

Raza: Nágoon

Altura y peso: 1,75 , peso de 63 Kg

Cumpleaños: 13 de Onnori

Reino: Myrdhin

Ciudad o Pueblo: Aval

Ocupación: Bibliotecaria

Le gusta: Las mujeres, la ropa extraña, la literatura y el arte en general, las ciencias, la inteligencia, el humor negro y ácido, la lluvia, el viento y todos los colores pertenecientes a la escala de grises.
No le gusta: La estupidez, la falta de sentido del humor y la superficialidad.

Aspecto físico: Aunque su cabello es rojo natural, lo tiñe de la misma tonalidad debido a las incipientes canas que surgen a su edad. Lejos de parecer "vieja", está bien conservada, pues ha tenido la suerte de ser como el vino y mejorar con los años. Tiene unas pequeñas garras, como todos los miembros de su raza, sin embargo las lima para que no sean punzantes.

Personalidad: Es una mujer seria y fría, a menudo arrogante. O al menos, esa es la imagen que acostumbra a mostrar a todo el mundo. Le gusta divertirse tanto como al que más, las fiestas pueden llegar a ser su pasión y adora bailar. El motivo por el que tiene pocos amigos es su humor ácido y a menudo hiriente que no todo el mundo entiende (o que no todo el mundo está dispuesto a tolerar). Por otro lado, aunque se relacione con los demás, siempre prefiere estar sola. Pero es responsable, sobre todo en lo referido a su trabajo. Se encarga de la biblioteca con mano de hierro para protegerla de cualquier tipo de daño, de hecho, el amor que no suele mostrar a las personas lo suele imprimir en sus libros.

También es una estudiosa, desea progresar en el ámbito mágico y también en los campos artísticos, especialmente en la escultura. Sin embargo, y aun a pesar de la preparación que en un principio le proporcionó su raza, es una negada para el manejo de la tecnología.

Uno de sus mayores defectos es la intolerancia. Solo acepta aquello que considera bueno. Por tanto, odia las religiones, a las diosas y a sus seguidores (es atea) y siente bastante adversión por los hombres (nacida del machismo que ha visto a lo largo de su vida). Otro defecto surge de su atracción por las mujeres. Son su perdición.

Historia: Una mujer de la raza Nágoon entra en su domicilio, cansada. Se descalza dando dos patadas al aire y no se molesta en recoger los zapatos, el cuerpo le pide prepararse un té urgentemente si no quiere caer rendida de sueño. El trabajo en la biblioteca es duro y a penas le deja tiempo libre. Incluso en los fines de semana se ve obligada a darle un repaso a los títulos que otros magos, en su evidente escasez de tiempo o paciencia, dejan descolocados en una estantería que no les corresponde. Pero en el fondo le apasiona. Está casada con su trabajo.

Suspira mientras que espera a que su té se enfríe. Mira por la ventana. Puede ver las olas del mar rompiéndose contra los acantilados. Su casa tiene buenas vistas. Además, está en frente de la biblioteca, de tal modo que puede tenerla controlada. Se estira y bosteza. Corre las cortinas, hoy no le apetecen imágenes pintorescas. Sólo quiere té.

Toma un primer sorbo y luego deja la taza sobre su mesa de estudio, donde hay un libro que trata sobre criomancia. Antes de enfrascarse en su lectura, coloca algunos trozos de madera en su chimentea y comienza a mirarlos fijamente, concentrántose. Al poco rato, consigue que nazca una llama lo suficientemente fuerte como para no extinguirse al ser atizada. Cuando a base de golpecitos consigue un fuego cálido y vivo, vuelve a su escritorio y abre el libro. Lee dos líneas, pero debe volver a ellas, no consigue enterarse de lo que lee. Bebe té, para ver si se despierta, pero no parece tener demasiado efecto. O quizás si lo tiene, y en realidad lo que sucede es que no tiene ganas de estudiar. Se dispone a dejar el libro en la estantería, cuando cae en la cuenta que tiene uno sin título en su lomo. Lo saca y mira el resto de la cubierta, pero no ve nada. Solo al abrirlo y pasar las ajadas hojas descubre que se trata de su diario de cuando era niña. Se sienta y lee lo que tenía escrito. A penas diez páginas, el resto estaban todavía en blanco. Se sorprendió de lo mal escritas que estaban, sus errores gramaticales y sus faltas de ortografía. Aun a pesar de haber leido mucho desde muy niña, por aquel entonces no debía de saber hacer uso de las habilidades literarias.

Arrancó las hojas y las tiró al fuego lo más rápido que pudo, para evitar sentir pena después. Dejó el libro abierto sobre su escritorio y mojó la pluma en la tinta.

"Creo que hace ya... ¿treinta? No, puede que cuarenta... años que no escribo por aquí. Tampoco escribí demasiado en su día, quizás tenía la cabeza ocupada en los estudios y en jugar. Bueno, eso sería lo normal. Mi niñez fue bastante agradable. Me crié en un hogar donde me querían y donde me valoraban. O al menos, así era cuando tenía la edad con la que escribía aquí. Mi madre Kya era minera, y mi padre Zalduun era artesano.

Recuerdo que hacía cajas de música para los niños. Cajas pequeñas que funcionaban a vapor y con pequeños trozitos de carbón como motor. Emitían melodías populares, o fragmentos de ellas, que se repetían hasta que la energía del cabrón (y por tanto, el vapor) se consumían. Siempre quiso enseñarme a hacerlas para que continuara con el negocio familiar, sin embargo, siempre fui nula para esas lides. No era capaz de hacer una caja de madera normal y corriente, y cuando lo conseguía y trataba de añadirle una maquinaria, me acababa explotando. Por mi parte, hubiera seguido intentándolo hasta conseguirlo, pero mi padre no tenía paciencia y tanto desgaste de material suponía problemático para una familia que a duras penas llegaba a fin de mes. Aun así, yo pude estudiar, aunque nada más cumplir los dieciséis tuve que trabajar y seguir con mi formación a la vez para poder ayudar a mi familia. Y con la parte que ahorraba me compraba libros... siempre amé la literatura. Y los libros técnicos. Cualquier libro que se pusiera en mi camino era digno de ser leido (y a día de hoy, sigue siendo así)

Me marché de casa cuando mis padres se enteraron que tenía pareja... otra mujer. No supieron asimilarlo y aunque no me echaron, consideré que era mejor y más cómodo para todos que me fuera. La tensión que se masticaba en el ambiente era insoportable.

Ella se llamaba Ergebnis, y estuvimos juntas mucho tiempo. La verdad es que fueron con diferencia los años más felices de mi vida. Lo dejamos cuando se asustó de mí al ver que yo no era una Nágoona más. Desde que cumplí los 15 años, pasaban cosas extrañas a mi alrededor cuando experimentaba emociones intensas. Si habían velas encendidas, estas se apagaban o parpadeaban hasta que me serenaba. Ni Ergebnis ni yo le dimos mayor importancia hasta que un día, en plena discusión con ella, acabé por provocar una pequeña llama en una cortina tras una mirada llena de furia. No estuvo viva mucho tiempo, tan pronto como empezó a arder, paró dejando una manchita negra en la tela blanca. Desde que el tema de los llamados "magos" se había hecho popular en todas las regiones, todo el mundo miraba con lupa hasta las acciones más inocentes. Pero ella me quería demasiado como para torturarme por esos hechos, así que se marchó. Sin despedirse. Y aún me duele, todo hay que decirlo.

Mi vida entonces se volvió monótona. Trabajaba, leía, dormía. Esa era mi rutina, durante 15 años. Aunque procuraba mantener mis emociones para evitar problemas relacionados con lo que podría ser denominado magia, un día tuve la mala fortuna de asustarme y apagar seis farolas de la calle. La gente que por allí pasaba no le dió más importancia, afortunadamente. Sin embargo un hombre se me acercó y me llevó a una taberna recóndita. Él me dijo que ahí había más gente como yo. Y así era, eran los magos ocultos de Vatralon, o al menos, los de Kaltran. Con el paso del tiempo, fui adquieriendo más capacidad para controlarme y para hacer algunas cosillas fáciles. Pero ninguno de nosotros era especialmente poderoso. No sabíamos usar nuestras habilidades, por lo que no podíamos avanzar... y menos aun cuando un día de Qualia nuestro lugar de reunión fue descubierto y nosotros nos vimos apaleados mientras que nos gritaban insultos o nos llamaban "hijos de Zomel". No podíamos defendernos, era una lucha desigual. Todos acabamos malheridos, y algunos incluso muertos. Fue la primera y única vez que me maltrataron por esto, pero después de lo maltrecha que quedé por semanas, decidí huir del pais junto con otros magos (cabe destacar que estos ya habían sufrido abusos más de una vez, de ahí su hastío y deseos de marcharse).

Estabamos totalmente perdidos y no sabíamos a dónde ir. A veces pasábamos algunas semanas junto a otros grupos nómadas, no necesariamente magos. Cuando encontrábamos a gente de nuestro tipo, los grupos se unificaban. Y así fue como todos compartimos nuestras habilidades y pudimos aprender lo suficiente como para sobrevivir. No había peleas entre nosotros, no podíamos permitírnoslas. Y al no haber religiones de por medio, jamás tuvimos problemas o disputas de esa índole. Pero aun a pesar de todo, no teníamos claro que iba a ser de nosotros. Hasta que la esperanza en forma de dos niñas se cruzó en nuestro camino. Olalla y Mireia se llamaban y eran unas magas con un potencial increible. Seguidas de otros grupos de magos, nos encontramos un día todos y así fue como forjamos la revolución. Dispuestos a darlo todo por nuestro futuro, que cada vez se veía más luminoso, nos entrenamos en las artes bélicas y capitaneados por las reinas niñas, logramos un territorio al que llamar hogar, donde jamás sufriríamos por ser diferentes.

Durante los dos años que llevamos como nación, todo ha progresado muy rápido. Todos hemos puesto nuestra carne en el asador, y hemos conseguido un lugar hermoso y un archivo fantástico. De hecho, me siento orgullosa de haberme hecho lo suficientemente fuerte como para que me hayan dejado a cargo de la biblioteca de Aval. Aun recuerdo la competencia que hubo para conseguirlo. Mi rival y yo nos batimos en duelo por ver quién era más fuerte y por tanto estaba más preparado para defender el archivo. Mi contrincante era más fuerte, pero yo era mucho más resistente. Al final, por desgaste, pude vencerle y hacerme con el puesto. Pero aun me queda muchísimo por aprender. Espero que mi poder (y en general, el de toda mi raza) aumente con el paso del tiempo y el esfuerzo que espero que todos pongamos en ello."

La Nágoona cierra el libro. El sueño está a punto de vencerla, y prefiere se derrotada en la cama para no levantarse a la mañana siguiente con un terrible dolor de cuello.



Información adicional: Lleva un cinturón de cristales mágicos que le ayudan a mantener sus poderes estables.

Es soltera.

Voz: [link]


Imagen: http://lara-the-ripper.deviantart.com/#/d4qd8ve

Por Dios! Si se parece a mi madre xD, al borde de los 50, pelirroja, y con vicio al baile!

El humor negro y yo nos llevamos muy bien >:3, espero verte por ahí en el rol! xD.

¡Lo mismo digo! (Humor negro FTW... lástima que no todo el mundo lo entienda. Dicen que la gente con humor negro vive más feliz... yo no lo creo, pero da igual, el caso es que mola xD)