- Cafetería Sweet Light -

"Estoy cansada, harta de que me manden de aquí para allá y de allá para acá, y sólo para hacer misiones inútiles, a las que por ahora, no las encuentro ninguna utilidad." Pensé con rabia, quería hacer cosas más interesantes y no estudiarme Ocella de cabo a rabo como una imbécil, pero claro, ¿quién se atrevería a contradecir a un superior? desde luego, por mucho que me queje no me van a cambiar de destino, así que sería inútil.

Estuve un buen rato ordenando mis pensamientos delante de la entrada del Café, sin entorpecer la entrada al local, hasta que me decidí a entrar. Me senté en una de las mesas, la más cercana a una de las ventanas, deseaba disfrutar de un vaso de agua y de unos cuantos dulces mientras contemplaba el poco paisaje que había tras ella. Desde luego no se podía comparar con las bonitas vistas deleitantes de Graent, pero algo es algo.

-¡Camarera!

Sorprendida de que el primer cliente del día apareciese a tan temprana hora, Astyr procedió a colocarse sus patines, tomar una libretita y salir a máxima velocidad buscando la mesa de donde proviniera el llamado. Al encontrar la mesa, se quedó un segundo mirando a la hermosa cliente que cautivó su mente, y procedíó a saludarla.

- ¡B-bienvenida! Soy Astyr, y seré su mesera. - Dijo, pasándole una copia del menú del mes para que la leyera. - ¿Qué desea del menú? También podemos hacerle un pedido especial ya que es la primera cliente del día. - Terminó con una sonrisa, esperando la respuesta de la bella pelirosa.

La camarera era bella y llevaba unas gafas que ocultaban sus ojos color miel, que he de confesar, me recordaban a los míos.
Cogí el panfleto que ella me ofreció, pero antes de abrirlo quería saber más sobre su tentadora oferta.

- ¿Pedido especial? ¡Cuenta, cuenta!

Dije emocionada y con una sonrisa, la verdad es que más comida exquisita por la mitad de precio no sonaba nada mal, o al menos eso es lo que yo me imaginaba como "pedido especial" .

Ella sonrió tras el entusiasmo del cliente.

- Pedido especial; Puede pedir cualquier plato, que pueda ser confeccionado con los ingredientes en Avisnia, y se le dará. Y si puede finalizar tu pedido en menos de 10 minutos, ¡El pedido va por cuenta de la casa! - Finalizó eufórica.

Lo de los 10 minutos era mentira, pero ella estaba aburrida y podía pagar los costos ella misma, así que decidió desafiar a la morena frente suyo.

Habian tenido que viajar hasta Imberlia para escoltar a un diplomático que, habia residido varios dias en Tara, la capital de Myrdhin. Varias horas en caballo...y para colmo no podia ir en carruaje, unas horas para llegar y otras para regresar, más el general no se resignaba a concluir su viaje y, a pesar de estar cansada continuo su ruta, hasta que, sin darse cuenta ya estaba en las fonteras de Avisnia.

Arrugo el ceño.....saber que estaba adentrándose en ese país de estúpidos excéntricos le revolvia el estomago y por muchas ganas que tuviera de hacer rodar cabezas no queria causar un incidente internacional que trascendiera en una guerra.

Se bajo de su montura, por suerte se hallaba en Dao, una ciudad de paso..un pueblo...satelite. Fijo su mirada en una cafeteria.

Comenzo a caminar, con paso seguro, con cierto aire amenazante. Le encantaba ver como los habitantes reconocían que era maga y como estos mostraban la aversión en sus ojos simplemente por no creer en un dios. Aquello le hacia sentirse poderosa ya que ella no dependía de ningún ente superficial, ella no se alienaba en ninguna estúpida creencia....pobres salvajes.

Empujo con cuidado la puerta y entro. No estaba mal el lugar, sus posaderas estaban resentidas después de tanto trotar con el caballo.

No había mucha gente y tampoco deseaba lo contrario, así que eligió un asiento donde no hubiera nadie.

Apoyo sus antebrazos, cogió una carta...¿que demonios? ¿No había café? Chasqueo la lengua indignada.

-Ya veo... entonces pediré un pastel de chocolate con rosquillas en su interior y pancakes encima. Ah! y unos churros con chocolate caliente alrededor del plato. Y para beber... mmm agua mineral supongo.

Me reí, lo que pedí fue algo absurdo, pero tenía unas ganas terribles de azúcar y sería capas de comerme 5 como esos.

- Ok, entonces un pastel de chocolate con rosquillas y pancakes, churros con chocolate caliente y agua mineral. Entendido. Porfavor, espere a que su orden se termine; puede tardar un poco ya que es un pedido especial. - Sonrió. Patinó hacia la cocina y le dio un papel con el pedido a su madre; la chef. Ella miró extrañada el papel, pero comenzó a cocinar enseguida.

Al volver a la cafetería se percató de la entrada de otra cliente. Su pelo celeste ondulaba al caminar, y su semblante frío pero atrayente provocó que la siguiera con la mirada cuidadosamente mientras ella buscaba un lugar. Al sentarse, se fijó en que al tomar la carta frunció el ceño. Uh oh. Patinó hacia ella preparada para tomar su orden, y con su mejor tono le saludó.

- ¡Bienvenida! ¿Qué desea, señorita?

Algo le decía que no debía hablarle mucho, pero ella prefirió esperar a su respuesta a su lado; preparada para cualquier cosa.

¿Qué no había café? ¿qué maldita cafetería era aquella? Oh no..esperaba que el café no se considerara un sacrilegio en ese lugar de salvajes.

Oyó un pitido, alguien se había acercado y escucho una voz, giro su cara levemente para mirar a su nuevo interlocutor, una niña..¿era una niña? No lo sabia ni le interesaba, solo esperaba que cumpliese bien su trabajo, más se molesto unos segundos en observarla mejor, analizandola, casi apuñalandola con esos ojos frios y azules.

Lo cierto es que era mona, todo en aquel lugar era mono. Mucho azucar....deseaba vomitar con tanto arcoiris.

-Un té, rapidito, que no tengo todo el dia-contesto con cierto desden, ya sin mirar a la pobre joven que le atendía. Entrecruzo sus dedos, mirando al escaparate, observando a la gente pasar... preguntándose que serian de sus pateticas vidas.

Tambien se pregunto si algun dia los magos fueran a conquistar a aquel pais, seguramente aquello les aportaria innumerables beneficios, tanto militares como economicos.

Miré de reojo al nuevo cliente que entró en la cafetería. Era una mujer esvelta de cabellos celestes y muy lisos. Sus ojos se asemejaban a la pigmentación de su pelo y tenía una mirada muy fría.

Aquella descripción se me hacía familiar pero no lograba rescatar de donde venían esos recuerdos.

Un poco aturdida por su repentina respuesta y su leve enojo, asintió.

- Un té, Ok. Enseguida se lo traigo.

Patinó con todas sus fuerzas y le sirvió un té de hojas silvestres, y le dio unas de las tazas con creneritas para dar una mejor impresión. Antes de ir a entregarle el té, pasó por la cocina a ver como iba el otro pedido; su madre estaba haciendo lo mejor intentando cumplirlo, pero aún faltaba mucho. Suspiró entretenida y patinó devuelta a la mesa con la hermosa persona de cabellera celeste, y le entregó el té en su mesa.

- Espero sea de su agrado, son hojas nativas de Avisnia hervidas en su punto. Si desea azúcar se la dejaré en un costado. - Hizo una reverencia. - Si desea algo más, no dude en llamar.

Acto seguido fué donde su otra cliente, que sorpresivamente se encontraba mirando a la ojiceleste y le informó que su pedido estaba en proceso. Esperaba que no tardara tanto, ya que si la otra cliente pedía algo del menú, podría significar problemas...

Me percaté de la preocupación de la camarera.

-Mujer, no te preocupes si el pedido tarda más de la cuenta, he de reconocer que os lo he puesto muy difícil. Además, no debo ir a ningún sitio hasta dentro de 3 horas, tomaos vuestro tiempo.

Le guiñé un ojo, sin dejar de sonreirle.

Aliviada por la sentencia de la pelirosa, le sonrió y acto seguido miró hacia su otra cliente. Le daba un poco de curiosidad.

- Disculpe, señorita. - Le hablo un poco tímida a la alegre señorita a su lado - ¿Usted conoce a aquella cliente? Se me hace conocida de algún lado...

... ¿Qué estaba haciendo? ¡Podía meterse en problemas! - ¡C-claro, no es necesario que responda! P-perdon por mi intromisión... - Se disculpó avergonzada y haciendo una reverencia, no debía estar preguntando por los demás clientes a sus espaldas.

Se decia que Avisnia tenia el mejor aire de toda Ocella y Ninive habia podido comprobar que aquello era cierto.

Se sentía más ligera, limpia y tal vez tranquila, pero eso no quitaba que su aversión hacia los habitantes de aquel país se disipara...

Volvio a girar su perfecto rostro cuando la camarera regreso a su lado, la miro a ella, luego al té y le dio el lujo de ser escuchada.

Arqueo una ceja molesta...¿Hojas de Avisnia? ¿se burlaba de ella? Suspiro molesta, mentiría si no admitiese que se moria de ganas de coger el vaso y estrellarlo contra el suelo...¡¡con asquerosas hojas de ese asqueroso pais!!

Pero la verdad es que había parado en aquel sitio para descansar y tener algo de tranquilidad, además no esperaba volver a ese ridículo lugar, así que, lo dejo pasar.

Le retiro la mirada, esperando que desapareciese, tomo el vaso y dio un ligero sorbo. No estaba del todo mal, pero ella preferia el te rojo.

Volvio a mirar el menu..¿por qué todo era tan azucarado?

-¿Tiene algo sin azucar por dios?-contesto alzando su voz, de manera energica y autoritaria.

PD: vamos a seguir unos turnos para que no haya lios ¿vale? Yo como soy la ultima sere la ultima en responder y asi sucesivamente con todas =)

Aterrada por escuchar la voz de la cliente ojiazul, se dirigió hacia ella rápidamente.

- ¿Sin azucar? Pues podemos hacer un pedido especial para usted; ¿Que desea que le preparemos? Pida sin preocupaciones.

Si, la cliente no debía tener preocupaciones. Pero ella... Si no quería atrasar el pedido de ambas, ella debería cocinar su pedido. Asi que pidió en silencio a Onnori-sama que su pedido no fuera complicado de preparar, y tragó saliva.

Me percaté, esa mujer era una de las guerreras de ese mugroso país mágico ateo! nunca la había visto pero me la habían descrito varias veces mis compañeros. Me hice la tonta, y dejé de observarla, no quería tener líos y menos con una bicha escupe energías extravagantes. Además, en esta misión se me exigía discreción. No quería fallar en algo tan simple.

Y Ninive sonrio triunfal, al ver como la camarera acudia como un perro acude a su amo.

Pudo notar su nerviosismo y preocupación y aquello le proporciono un malsano placer. Suspiro, recargandose sobre el asiento.Era comodo. ¿Que le pediria?

Sabia que eso de "pida sin preocupaciones" era nada más que una simple cortesía, que seguramente no le podrían cocinar la dieta diaria que seguia en su hogar.

-hum...¿Podrian conseguir caviar?-arqueo una ceja, observando a la joven-seguro que no...no hay nivel en este lugar-articulo una irónica sonrisa, mientras daba un sorbo a su té-bah, con proteínas bastara, cocinadme un huevo frito, lo quiero perfecto.

Y acto seguido volvió a desentenderse de la chica, abstrayendose completamente del lugar, pensando en sus estrategias militares.

- Entendido. Huevo frito. - Patinó hacia la cocina y al llegar soltó un suspiró gigantesco. Le había asustado realmente aquella mujer. "Espero no tener que volver a encontrarme con ella en un futuro..." pensó mientras comenzaba a freír un huevo. Afortunadamente, era lo mejor que se le daba hacer.

Al terminar el huevo, se fijó en la hora. Miró al huevo. Perfecto. Pasó a ver a su madre, y se fijó que estaba terminando ya. "¡Avísale a la cliente que pronto estará su pedido especial listo!" Le gritó su madre al fijarse que Astyr estaba preocupada por él. Sonrió, suspiró, y con la mejor de sus sonrisas patinó cuidadosamente hacia la mesa de la ojiazul. Dejó el huevo perfectamente frito en su mesa, le informó que si deseaba alguna otra cosa la llamara, y se fué a la mesa de la morena.

- Su pedido esta siendo terminado ya, espero que no haya sido demasiado la demora. Cuando se lo traiga registraré la hora, y deberá terminarlo en menos de 10 minutos si lo desea gratis. ¿Entendido?

Se sentía un poco cansada por dentro. Dios. Eran antes de las 12, y ya deseaba terminar el día.

-Está bien! Y no te preocupes que lo terminaré en menos de 6 minutos.

Mostré una mirada pícara y traviesa.

Escondí la espada tras mi silla para que no fuese visible dentro del restaurante, a pesar de que todos los que pasasen de largo por el escaparate la verían, pero no me importaba con tal de que la mujer de "cuyo nombre me gustaría acordarme pero no me acuerdo" no lo viese.

Cogio una servilleta de papel y con ella se quito el carmin azul de sus labios.

En los reflejos del cristal se podía ver a una Ninive tal vez más humana..en apariencia. es que incluso el maquillaje que utilizaba tenia un valor simbólico, era como una serpiente, utilizaba sus colores para advertir de su peligrosidad.

Su mirada aterrizo sobre el huevo frito. Cogió los cubiertos y comenzó a comer en silencio y con él el cafe se lleno de un mutismo sepulcral.

esta se pregunto porqué demonios se llamaba cafe si en realidad no servían.Era estúpido, pero era algo que le repateaba a la militar.

Termino. Acabo con el reseco de su boca dando un ultimo sorbo al te, hasta acabar con su contenido liquido, se levanto de manera perfectamente calculada, sin hacer excesivo ruido. Andares rectos y orgullosos. Se dirigio hasta la camarera que la habia atendido. Una expresión de aterradora neutralidad adornaba su rostro.Levanto su mano enérgicamente y mostró su palma, con varias monedas.Habia calculado el precio de todo aquello, sin embargo habia más efectivo ahi...y es que, apesar de que detestara aquel pais le habian servido al pie de la letra y Ninive sabia recompensar a aquellos que le obedecían.

-Quedese con el cambio-contesto de manera cortante...más bien era una orden. Se volteo, dando la espalda a Astyr dispuesta a abandonar la cafeteria, pero el movimiento de un individuo le llamo la atención. Busco con su mirada escrutadora hasta encontrar a una mujer de piel morena y pelo de un curioso color rosa...¿por qué estaba tomando una via tan complicada para abandonar el lugar?. Arqueo una ceja, eso era una conducta sospechosa...¿tal vez se trataba de una espia? desecho la idea ya que habían dejado al diplomatico en su lugar pero.s..¿y si planeaban atacar al ejercito de Myrdhin?. Alzó la cabeza desafiante.

Sorprendida, miró a la peliazul irse. Miró su palma y contó las monedas, encontrandose con que era mucho más de lo que costaba el plato. Cuando quiso explicarle eso a la cliente, esta ya había desaparecido. Un poco indignada, patinó hacia la cocina para encontrarse con una... Cosa... Pastel... Hecha. "No importa, con que este delicioso..." pensó. Ella y su madre llevaron el pastel entre las dos; era uno gigante, de unos 50 o 60 cm más o menos.

- ¡Listo! - Gritaron ambas al unísono. - ¡Un pastel de chocolate con rosquillas y pancakes y churros con chocolate caliente! Y... - Sacó de la nada un vaso y lo sirvió. - Un vaso de agua mineral. ¡Espero que sea de su agrado! Y espero que pueda terminarlo antes de 10 minutos desde... ¡Ahora! - Soltó una risa mientras Olga aplaudía. Esto siempre era divertido.

- Muchísimas gracias!

Tras decir esas dos palabras, comenzé comiéndome los pancakes de la tarta.

Siempre he sido muy rápida comiendo, mi madre me decía que fuese con más cuidado que me podría atragantar, y que no entendía por qué engullía si nadie me iba a robar la comida.

Supongo que esa mala costumbre la heredé de mi padre, el también era muy ansioso comiendo.

Cuando me terminé los pancakes corté la tarta en trozos triangulares por porciones, y después cada porción la corté como pude para que se me hiciese más amena la engullida.

Retiré los churros para comerlos los últimos ya que normalmente es el alimento que más tarde en enfriarse, y decidí ahorrar el agua para situaciones límite en las que podría correr el riesgo de ahogarme por glotona.

Atónita miraba como en 3 minutos ya casi había acabado la tarta, y su madre estaba animándola dando grititos. Le sirvió otro vaso de agua por las dudas, y vigilaba la puerta atenta a ver si otra persona entraba al local.

- Guau, no pensé que realmente podrías comer tan rápido.

Se sentó a su lado a mirar como engullía ya que estar parada en los patines era un poco cansador. Sonreía a su entusiasmo; pocos clientes eran tan interesantes como ella. Iba a extrañar su presencia cuando no estuviera ahi.

Un poco decepcionada, miró con desdén el pastel sobrante. Era demasiado y sabía de antemano que no sería posible terminarlo en menos de media hora, pero la señorita le había caído de maravilla y digamos que un entusiasmo así no se encuentra todo los días. Intercambié miradas con mi madre; y al parecer ambas estábamos de acuerdo en eso. Una cliente así no era muy común, y menos en el atareado pueblo donde la mayoría de la gente se limitaba a compartir una o dos palabras mientras pasaba y engullía, para seguir su atareada vida.

- No se preocupe. - Solté con una sonrisa de oreja a oreja. - El pastel y los churros van por cuenta de la casa. Madre, ¿Podrías traerme una caja porfavor?

Mientras ella iba por la caja, yo solo comencé a ordenar el pastel para que pudiera entrar en la misma. "Supongo que tarde o temprano quedaremos en la quebra si seguimos dando cuentas gratis todos los días", pensé entretenida. Solté una risilla mientras terminaba de ordenar todo. Mi madre me pasó la caja, y entre las dos logramos meter todo en ella sin estropear el decorado. Le pasé la caja a la morena.

- Espero que algún día vuelva a pasar por aquí, señorita. ¿Podría decirme su nombre? Asi la podré guardar en mi memoria como la única que ha aceptado tan positivamente este reto.