- Cafetería Sweet Light -

Se tocó la mejilla un poco avergonzada mientras agitaba la mano a lo lejos para despedirla. Ah, si tan solo todos los clientes fueran así.

Suspirando, comenzó a limpiar las mesas recién ocupadas y a lavar unos cuantos platos y tazas. "Baeleth, eh..." Soltó una risilla. "Espero que se pase denuevo por acá. Necesito un poco más de diversión en esta cafetería." Trapeo un rato el suelo, mirando al brillo que reflejaba su cara. Estaba toda despeinada de tanto patinar de aquí a allá. Se hizo una coleta nuevamente y arregló la flor en su pelo. Pasa pasar el rato comenzó a sacarle brillo a los asientos, finalmente saliendo a hacer publicidad en la calle de al frente.

- ¿Necesita un descanso? ¡Un dulce descanso le hará bien a su paladar! ¡Pasé por nuestra cafetería, no se arrepentirá!

Estaba tan acostumbrada a esto que las rimas salían solas. "No encuentro la hora de que una nueva camarera entre al lugar, aquí sola no hay mucha diversión..." La gente pasaba y pasaba sin detenerse, lo que le hacía dudar de que se encontraba en un pueblo. Aunque la vista era deprimente, perder la sonrisa que se encontraba en su cara no era una opción.

Estube una media hora promocionando fuera, esperando por alguien que quisiera una taza de café o alguna razón para ir a la cafetería; hasta que ví a una mujer de larga cabellera rubia entrar al local. "¡Cliente!" pensé animada. Patiné sigilosamente tras de ella, para que no pensara que estaba siguiendola desde antes, y al llegar a la mesa en que ella se sentó me fijé en que ya estaba leyendo la carta. Bueno, eso hacía las cosas más fáciles.

- ¡Bienvenida! ¿Ya decidió qué tomar del menú?

"No sé que ha pasado hoy. A todos le les ha ocurrido venir tempranísimo." Aunque eso me hacía feliz, algo me decía que en la tarde iba a estar vacío gracias a esta grata actividad mañanera. Dí un suspiro calladamente, esperando a que la cliente me diera su orden. Se veía cansada, así que le le serví un vaso de agua de antemano. La mayoría de la gente que pasaba por aquí eran viajeros, y siempre agradecían un simple vaso de agua.

La muchacha que me atendió no parecía mayor que yo, y se la veía llena de energía. Vi con satisfacción que me servia un vaso de agua sin que se lo pidiera y se lo agradecí con una sonrisa.

–Gracias


Tomé un largo sorbo para remojarme la garganta reseca y poder contestar con mejor voz.

–Quisiera un café solo, sin azúcar. Y si puede ser que esté bien cargado.

- Entendido. Porfavor espere a que su pedido este listo.

Fuí patinando hasta la cocina, ubiqué los granos de café y empecé a molerlos, ya que empezaban a quedar pocos. "Hmm... Que voz más melodiosa y tranquila tenía esa mujer." Busqué una taza mediana y comencé a hervir el agua. Un poco antes de que esta llegara a su punto, serví el agua y le eché un poco de los granos. "Supongo que esto será suficiente, si lo cargo más sabrá mal." Esperando no haberme demorado mucho en la tarea, fuí hacia la mesa de la señorita y le serví el café.

- No tiene azúcar, pero si se arrepiente de su decisión, le dejaré la azúcar aquí a un lado. Si necesita algo más solo llameme, estoy a su servicio. - Le dije con una sonrisa.

"Creo que iré a ayudar a mi madre a preparar unos cuantos pasteles para la tarde." Estaba aburrida y aquella persona frente a mi no parecía alguien de mucha palabra ni atención, así que me puse en marcha a la cocina nuevamente.

El café humeaba en su taza y su penetrante olor ya me despertó. Soplé un poco y luego lo bebí con cuidado. ¡Era el café más delicioso que había probado nunca! aunque estaba caliente y esperé pacientemente para poder beber más.
Después de un rato me di cuenta que había recuperado bastante mis fuerzas y constaté el hecho que estaba hambrienta. Decidí pedir algo para comer pero todo en la carta resultaba demasiado dulce.
Intenté llamar la atención de la Chica de mirada cálida.

–Disculpe, ¿cree que podría prepararme algún bocadillo? Ya sé que no está en el menú, pero si no es mucha molestia...

Al escuchar la voz de la dulce cliente, patiné a toda velocidad a ella. Mi madre podría sola con los pasteles, de eso estaba segura. Al escuchar la palabra "bocadillo" abrí mis ojos sorprendida...

- ¿Algún bocadillo? ... ¡Claro! Pero, ¿Podría ser un poco más especifica? Mi cocinera no es muy imaginativa en ese aspecto...

Ni yo lo era. Estaba acostumbrada a hilarantes pedidos de los clientes o a conformistas que pedían lo que estaba en la carta; pero nunca algo tan ambiguo como "un bocadillo".

- ¿Estaría bien un... Sandwich, o unas galletas saladas? Usted decide, nosotras cocinamos.

Me estaba quemando la cabeza pensando. Dios, que debería haber pensado de mi. Me sonrojé un poco mientras hacía una sonrisa un poco nerviosa, pero estaba esperando que no se notara mucho. Podría pensar cosas que no debían ser, así que intenté volver a la normalidad lo más natural posible. "Pregunta algo, PREGUNTA ALGO."

- ¡Ah!, y por cierto, ¿Ha estado bien el café? No estoy segura de mi habilidad de prepararlo...

–Oh, no se, quizá un sándwich de queso estaría bien...

No me gusta mucho hablar pero no quise ser descortés, así que intenté entablar una conversación razonable.

– El café está muy bueno de verdad, creo que hacía tiempo que no probaba uno tan bueno, tendré que venir más a menudo

Feliz por la respuesta de la rubia, soltó una gran, gran sonrisa. ¡Su café le gustó!

- Un sandwich de queso, entendido. - Un poco saltando mientras patinaba y tarareando, fué a buscar un poco de queso. Quedaba poco, así que se hizo una nota a si misma de que debería ir a comprar un poco luego de que la clientela se fuera. Tras la cocina estaba la bodega, donde había un poco de pan hecho hace uno o dos días. Revisó que no estuviera en mal estado, y comenzó a tostar el pan un poco.

Luego de unos 4 o 5 minutos, partío el pan y puso el queso entremedio. "¿Estará bien hecho esto? Nunca me habían pedido un sandwich..." Aunque tenía sus dudas, la persona que estaba esperando era muy amable, así que pensó que lo aceptaría así. Por la dudas pasó a ver a su madre y preguntarle si lo había hecho bien, y arqueando una ceja le preguntó que si acaso ella sabía más que yo. Me resigne y fuí a dejarle el sandwich a la ojiazul; ya había esperado demasiado.

- ¡Listo! Espero lo haya hecho bien. Cualquier otra cosa que desee, solo llameme.

La chica dejó el sándwich delante de mi y le di un mordisco. Sonreí para darle mi aprobación. Antes de que se fuera le pregunté:

– No hace mucho que habéis abierto, ¿verdad? Solía venir por aquí y nunca antes había visto esta cafetería. Habéis hecho un buen trabajo, es muy acogedora.

no estaba demasiado acostumbrada a hablar tanto con una desconocida, pero el ambiente tranquilo y distendido del local, las fuerzas que me iban volviendo a medida que me terminaba el bocadillo, y la agradable sensación que me producía la camarera me hicieron animarme a hacerlo.

Sorprendida por las palabras de la dulce señorita, respondí con una leve sonrisa.

- ¡Nos halaga! Pues si, hasta hace poco este lugar era solo una casa. Con esfuerzo, yo y mi madre hemos hecho de este lugar un lugar maravilloso. - Miré con nostalgia la decoración mientras seguía hablando. - Esperamos pronto hacer una remodelación, también.

Hasta ahora nadie había tenido curiosidad, o mejor dicho, suficiente curiosidad como para preguntar. Siempre es agradable que alguien se interese en algo en lo que has trabajado con tanto esmero, aunque ese trabajo fuera remodelar una humilde casa en una cafetería.

- ¿Podría deleitarme con escuchar su nombre? La anotaré como una cliente especial. Como la primera cliente que se da cuenta de nuestro trabajo. Si viene en algún otro momento, la podré acoger como una regular, incluso. - Terminé con una suave risilla de satisfacción. Nuestro primer cliente regular, aunque no sabría si vendría denuevo o no. "¡Qué más da!".

– Me llamo Rielle
contesté, seguramente demasiado secamente. En realidad me había hecho ilusión que me lo dijera, pero en ese momento me dio vergüenza. Si no llevara tanto tiempo ocultando lo que sentía a los demás, me habría sonrojado, pero no lo hice, me limité a asentir, y luego pedí la cuenta.

Tenía que proseguir mi camino, ya que me esperaba todavía un buen viaje, y gracias a lo que había tomado había recuperado las fuerzas y me sentí con ganas de volver a casa.

- Rielle... Me gusta. Espero poder volver a verla, Rielle-san. - terminé con una sonrisa.

Ví como se levantaba y se alejaba, y yo me limité a despedirla agitando mi mano. No encontraba hora de que el local tuviera más clientes, y ella tuviera un trabajo que hacer. Admitamoslo, a ella no le gustaba estar sin trabajo. "Bueno, creo que iré a comprar ese queso que faltaba y otros cuantos granos de café..."

Le dije a mi madre que cerrara el café por un rato, iba a salir por poco tiempo pero si llegaba un cliente iba a tener problemas. Caminé un rato, con mi uniforme puesto y una manta encima, hacia un callejón alejado de la ciudad. Ahí se encontraba el mercader que siempre le daba rebajas, y que tenía de todo un poco. Pedí queso, café, leche y un poco de fruta. Ya habría pasado una media hora, y estábamos cerca de la hora del almuerzo. "Que bueno que cerré la cafetería, estaríamos llenos de clientes hambrientos para esta hora." El amable señor me dio lo que pedí, y una sandía de regalo. Como siempre, me cobró más barato...

- Hermosa señorita, siempre estaré esperando por usted. - Y se sacó el sombrero haciendo una reverencia, haciendome un guiño al levantarse.
- ¡Muchas gracias! Definitivamente volveré. - Feliz de alegría me fuí saltando, aunque el señor se veía un poco... Frustrado. ¿Qué la habrá pasado?

Al llegar al local denuevo ya eran las 1:00. ¡Joder! ¡La hora con más clientes! Debiamos abrir cuanto antes si no queríamos perder uno de los dos momentos más ajetreados del día. Ya había una fila de almenos 10 personas esperando, sabiendo que nosotras no servíamos comida pero si ensaladas y postres. Joder, joder, joder. No tuve más remedio que correr hacia adentro, sacarme el manto, ponerme los patines y abrir el negocio.