Cazando malhechores. (Sumire)

Seguimos avanzando en silencio un buen rato. Tan solo se oía el ruido de los cascos de mi caballo contra el suelo, y el de los pájaros entre las ramas.
Al cabo de una hora más o menos empezamos a encontrarnos con otros viajantes que iban por el mismo camino en dirección a Eudded. La gente se saludaba cordialmente y se juntaban conocidos, y de vez en cuando nos saludaban a nosotras al vernos pasar, y nos daban la bienvenida muy cordialmente. Eso significaba que ya no andábamos lejos de nuestro destino.

Algunos que me reconocían inclinaban la cabeza mostrando respeto, y yo inclinaba la mía en respuesta. La gente se fijaba en mi acompañante con interés, ya que claramente no era de por allí y aunque igualmente la saludaban con cariño como si la conocieran desde hace tiempo.

–Es una ciudad de gran importancia donde se desarrolla la red de comercio más grande de avisnia, ya que tiene puerto y posibilidades de transporte mayores gracias a su situación. Aunque hay que ir con cuidado, porque también es la ciudad donde hay más mafia, aquí es donde reside la Yakuza..

El entusiasmo e impaciencia de Baeleth eran palpables y casi que me contagié de ellos, de modo que empecé a observar el movimiento de los comerciantes de nuestro alrededor con expectación, aunque no era la primera vez que pasaba por eudded.

-No confundáis a nuestros visitantes, Caballero Real -dijo una voz por delante de ellas. Kamiko había estado escuchando hacía rato. Estaba dando un paseo, lo solía hacer todos los días tranquilos, que eran muy pocos para ella. Parecía estar sola, pero siempre había alguien guardándole las espaldas. Por si acaso.

No le asustaba en lo más mínimo hablar directamente con un miembro de la Caballería, pues públicamente sólo era una joven rica por herencia, de una antigua familia dedicada al comercio. Tenían una tapadera perfecta, y por qué no decirlo, rentable, mientras en el trasfondo hacían otro tipo de "comercio". De hecho, sus ropas y sus modales denotaban que se trataba de alguien con gran poder económico y exquisita educación. La Caballera no se atrevería a acusarla sin pruebas.

-Disculpadme por entrometerme en la conversación, no quiero ser descortés. Pero la información que acabáis de darle a la joven Kyria es poco menos que falsa -tras decir esto le dio una pequeña calada a su pipa tradicional, que en sus manos resultaba elegante y femenina-. La yakuza no está en absoluto interesada en robar a los nuevos ricos ni a nadie. Ese es el típico cuento que las nodrizas cuentan a los niños para darles miedo.

-Lo siento amable Caballera, pero me temo mucho que yo tampoco soy de esta ciudad -dijo visiblemente afectada, tapándose los labios con la ancha manga de su elegante y caro kimono-, tan sólo estoy de visita de negocios, pues poseo varias sastrerías en todo el reino, pero mi hogar está en Enklora. Temo no poder decirle más que lo que me han enseñado durante mi instrucción para llevar los negocios familiares. No quería entrometerme en la conversación, pero no he podido evitarlo, pues vos también vivís engañada. Nosotros los empresarios hemos de tener mucho cuidado con la yakuza, eso es verdad, pero no se comportan como vulgares ladrones, y eso es lo que asusta más -llegados a este punto, Kamiko observaba directamente a los ojos de Baeleth, como una afectuosa madre que advierte a una hija, interpretando un papel que bien podría ser de víctima-. Muchas veces la gente como yo necesita ciertos... recursos... dinero, para ser directos, si un negocio no va del todo bien. Existen prestamistas en todas partes, y ese es uno de los negocios de la yakuza. Puede que pidas el préstamo a una persona honrada, pero si no lo pagas a tiempo requerirán de sus servicios. En muchas ocasiones, compañeros empresarios han caído en sus garras sin siquiera darse cuenta, y para cuando lo hacen es demasiado tarde... Es seguro ir por la calle, de eso no hay duda y no tenéis por qué preocuparos, pero no debe usted fiarse de ninguna amabilidad que no se haya ganado mientras esté en nuestro frío país, hermosa señorita -concluyó desviando la mirada de Baeleth a Rielle.

Devolví la mirada a la mujer con aplomo, la tensión se podía cortar en el aire. No me gustaba demasiado.
Sin embargo, el comentario de Baeleth disipó un poco el ambiente. Me dirigí a ella.

–Oye, ¿quieres que te lleve a algún lugar en especial?¿dónde te dejo?

-Y harás bien -contestó asintiendo con la cabeza y una hermosa media sonrisa.

Por supuesto, cuando Rielle cambió de tema, le hizo bastante gracia. Esperaba que un caballero agachase la cabeza y se fuese, por supuesto, tratando de no tener nada que ver con ella. Todo el mundo sabía que tenía dinero, y eso siempre era importante.

-Bien, no os entretendré más, señorita, puesto que vuestra acompañante no parece cómoda en mi presencia [/color] -puso una cara un tanto afectada, casi como si de verdad estuviese dolida, llevándose la larga manga de su kimono a los labios, pero sin llegar a rozarlos para no mancharla de carmín-. A nadie se le pasaría por alto, y mucho menos con miradas como esas, que por por cierto no creo haberme ganado. Pero no os preocupéis. No informaré a la reina de vuestra hostilidad puesto que a cambio estáis ayudando a esta adorable joven -dijo señalando a Baeleth con un grácil gesto de su pálida y fina mano, y después dirigió la mirada a ella-. Que Onnori te guíe por nuestros tortuosos caminos.

Hizo una pequeña reverencia de despedida y dicho lo que tenía que decir, dio media vuelta para marcharse a paso lento, grácil y elegante, como toda ella era.