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El arte de aprender [Privado]

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Mensaje por Invitado Jue Mar 22, 2012 12:56 pm

Si lo que querías era saber como utilizar mejor la magia, como canalizarla como es debido, tenías que visitar alguna vez en la vida Mag Mell. Y eso iba a hacer en este mismo momento la joven de cabellos oscuros. No tardó en empacar sus pertenencias que pensó que podrían servirle junto con unos artefactos que quería probar. Había obtenido el permiso de las reinas de desaparecerse unos días para recorrer el reino de Myrdhin en busca de ideas y no desperdiciaría su tiempo quedándose estancada en Tara si tenía la posibilidad y los medios para viajar.

No era extraño que le gustara viajar, aunque pocas personas lo sabían. Como siempre solía ser algo hosca con sus recién conocidos, se podría decir que sus amigos eran pocos si es que existían. Pero para ser exactos no era el punto que consideraba más importante en su vida, aunque si sabía que necesitaba tener buenas relaciones para llegar más alto. Sin embargo decir que tenía aspiraciones bien definidas era errado, aun no había encontrado algo que quisiera hacer además de investigar ni un puesto que codiciara más que el que tenía hasta el momento. Tal vez algún día, dentro de algunos años encontraría algo por lo que luchar además de por su raza, así que su preparación en estos momentos era netamente para comprender mejor la magia y lo que podías llegar a hacer con ella, tal vez en el camino descubriría algo que quisiera tener, o al menos se fortalecería.

Lo que sin duda sentía era que las reinas habían sido buenas con ella, por eso les tenía respeto y casi admiración, si eso podía existir dentro de su cabeza. De hecho lealtad era la palabra exacta para definir porque las seguía y trabajaba para ellas, y mientras pensaba en todas estas cosas salió del lugar donde residía en Tara, justamente cerca del Palacio, una mansión que le habían construido aunque seguía creyendo que era demasiado grande para ella sola, no pensaba tampoco buscarse compañía muy pronto, pero que las habitaciones estuvieran más llenas de inventos y papeles con nuevas ideas que de personas daba un poco la idea de que tan solitaria era. Fue así como se embarcó en el viaje hacia la otra ciudad, usando una capa oscura sobre sus vestimentas preferidas se subió a uno de los transportes que esperaba, rápidamente, la llevara a la otra ciudad de magos que se encontraba hacia el norte de Tara, al menos le parecía más seguro que tomar ella misma un caballo aunque eso le hubiera servido para tener la libertad de detenerse a mitad de camino, tal vez para la próxima lo pensaría, pero una vez pasada la puerta de Roble se sintió fuera de la presión de la ciudad y se dedicó a observar el camino en todo su esplendor y como buena viajera.

La senda serpenteante no le pareció larga, pero solo fue porque en medio de los campos y de algunas viviendas seguramente abandonadas, también habían algunas ruinas que habían quedado de las guerras. En si el camino era un poco menos dificultoso que el que iba a Aval, donde tenías que cruzar por agua y por los Cánticos, sin embargo la senda no estaba del todo marcada y muchas veces tuvieron que detener el carruaje para pasar los lugares más complicados. Recordó entonces la última vez que había ido por los Cánticos, seguramente no tardaría en ir de nuevo, pues la Biblioteca la llamaba, aunque el camino en si fuera también de temer. Quitó todo pensamiento de su mente luego de unos minutos de trayecto, tenía que poner su mente en blanco si quería capturar lo que pudiera aprender de esos artesanos de los cristales y no paso mucho tiempo antes de que se durmiera para la mitad del camino, relajarse y dejar el trabajo al resto era lo que más podía hacer ya que no creía tener que ayudarles a cruzar el camino. Cuando despertó ya estaban por llegar, sin mayores problemas al parecer y al descender se colocó la capucha igualmente oscura aunque marcada con tonos rojizos. No sabía de donde había heredado el gusto por esos colores, pero eran los que más le atraían, y entre más parecidos fueran a la sangre más interesantes le parecían.

Caminó entre ese grupo de gente, por alguna razón se notaba las diferencias con Tara aunque todos fueran magos, aquí se respiraba magia y los adornos que hacían a mano eran sencillamente una delicia a la vista. Se quedó parada en uno de los puestos donde parecían tener una malla de hilos con cristales, aunque no supo definir a ciencia cierta que podrían hacer con eso. Pero ya que estaba allí podría dejar brotar su curiosidad. A pocos pasos se vendían también otro tipo de canalizadores y un poco más adentrándose en la ciudad podría encontrar a artesanos más avanzados que mezclaban los cristales más a fondo con otros materiales, justamente lo que ella intentaba probar y entender. Si había alguna regla que no hubiera ella descubierto ya, ese era el momento de aprenderla. Y claramente llevar un permiso especial de sus jóvenes majestades iba a ayudarla mucho. Siguió caminando sin fijarse en en las personas que habían a su alrededor. Buscando algún objeto interesante entre todas esas artesanías.


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Mensaje por Sumire93 Sáb Abr 14, 2012 8:06 pm

Ninive emprendió su viaje mucho antes de que el sol saliera por el horizonte.
No había ni un alma por las calles de Tara, la plaza del obelisco lucia más imponente a la luz del alba, con su gran y pesada roca erigiéndose majestuosamente en el centro del lugar.

La mujer estaba enfundada en su implacable uniforme, acompañada de una capa de terciopelo que le protegería del frío matutino. Subió a lomos de su yegua Krimilda y emprendió el largo viaje que le esperaba.

¿Qué a donde iba? Solo ella lo sabia. Ninive se dirigía a Mag Mell, para saber más sobre aquel don que solo su raza había podido desarrollar, a desentrañar más misterios sobre la magia.
Ninive era alguien que desde muy pequeña había mostrado curiosidad sobre aquellos poderes, junto con Viktor, habían devorado cantidad ingente de ellos, practicaron hechizos, con resultados más bien desastrosos, pero aptitudes tenían.

"Algún dia podre volar" Viktor deseaba volar, Ninive solo respondió con una mirada de desaprobación ¿volar? ¿eso era posible?

En aquella época la sentencia de su amado amigo le pareció una autentica estupidez, pero ahora creía en ello.... creía en poder volar, en curar e incluso.....

Pero aquel viaje tenia otro motivo más. Hace poco la mujer se había enterado que ahí residía uno de sus antiguos compañeros, Erios. Erios era uno de los sabios que habían formado el grupo de magia en Luin. Este hombre había sido el culpable de los innumerables conocimientos que Ninive y Viktor habían adquirido, a él le debían mucho y ahora que esta lo había localizado, no se quedaría con las ganas de saber más, de desentrañar más misterios.....

Después de unas cuantas horas de viaje y con Krimilda exhausta, Ninive llego a Mag Mell, a pesar de ser la segunda ciudad más grande, ahí vivían de una forma más humilde y el motor económico era la artesanía, es más, las calles estaban repletas de puestos llamativos y coloridos, con innumerables objetos fabricados por las propias manos de aquella gente.

Sin embargo, ese bello espectáculo paso desapercibido para la militar, que iba directa a su objetivo

.........

No habia obtenido nada, estaba furiosa ¡maldito viejo! Parecia ser que los años le habian jugado una mala pasada y ya deliraba, apenas habia rastro de su antiguo maestro. Las arrugas, las manos temblorosas, una mandibula levemente desencajada y esa expresión obnuvilada lo decia todo. Ninive chasqueo la lengua, ciertamente disgustada. Nada servia, incluso la pequeña morada estaba hecha un asco. Sintio un vacio en su estomago, un vacio existencial y lo odiaba. Por fin salio a la calle, donde el sol brillaba con fuerza, por primera vez, agradecio volver a respirar la brisa fresca de un espacio abierto, ahi dentro el olor a rancio era insoportable. La mujer monto a su yegua y partio rumbo a la ciudad, encontrandose una vez más los puestecitos artesanales.

"Oh Viktor, perdoname" Penso para si la hechicera, con un semblante pensativo y a la vez melancolico. Sacudio su cabeza, no podia mostrarse debil ante tanta gente, su uniforme dejaba claro su escala social y el poderio que tenia en sus manos, todo aquello ligado con su mirada gelida y amenzanate, a pesar de no vivr ahi, los lugareños enseguida entendian el mensaje que llevaba la militar en su faz, algunos la miraban en silencio, incluso atemorizados, otros se apartaban rapidamente, sobrecogidos por el miedo.

"Pero, sea como sea, podre descifrar los secretos de la magia y asi, hacer a Myrdhin un reino poderoso" Sonrio levemente para si.
La mujer hecho una mirada hacia delante, llamandole la atención una persona que iba cubierta....¿que era exactamente lo que hizo que la mujer clavara sus gelidos iris en la espalda del individuo? la capa sin duda. En aquel lugar, vivan de manera humilde, por supuesto, no iban hechos unos andrajos, pero el color escarlata de la capa y, seguramente el material con el que estaba hecho el textil, probablemente terciopelo, acaparo toda su atención.

Espoleo la barriga de Krimilda, acercandose rauda, sin tener en consideración a los viandantes. Aquella persona seguramente seria de Tara.

-Disculpe-dijo esta, mientras bajaba de un salto de su yegua- ¿usted pertenece a Tara verdad?- su voz sono neutra pero con un deje de fria curiosidad, esta ni corta ni perezosa, se puso delante de su objetivo, intentando reconocer alguna facción que le diese la pista sobre su identidad.

p.d: Perdona mi demora...¡¡lo siento!!! OTL
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